Feminismo Negro

 Feminismo negro

El feminismo negro toma en cuenta la particular situación de las minorías raciales, cuya discriminación y marginación social son agravantes de la condición de subalternidad de las mujeres afrodescendientes en el contexto de diversas sociedades. Este feminismo entiende que el racismo, además del patriarcado, tiene una influencia en el ordenamiento del poder y los roles de género. 


"Las mujeres negras han sido siempre muy visibles pero, a la vez, se las volvía invisibles mediante la despersonalización del racismo". Audre Lorde

Las mujeres negras –en las que la sociedad hegemónica situaba la columna vertebral de la familia negra– se presentaban como la base de sus familias y la causa de su desintegración. Los problemas del gueto, que la moral dominante traducía en la desorganización familiar de la comunidad negra –familias monoparentales, ausencia de una presencia masculina fuerte, embarazos adolescentes- se hacían recaer en los propios sujetos y más específicamente en la incapacidad como madres de estas mujeres. Este discurso se apoyaba en las imágenes a través de las cuales se había presentado a las mujeres negras en la cultura dominante, como mammies, jezzabel, matriarcas o perceptoras de servicios sociales. La imagen que emergió de la esclavitud fue la de mammy o la de matriarca. Para la sociedad blanca, la imagen de mammy representaba la negra buena, solícita, sumisa. En cambio la imagen dura de matriarca representaba el contrapunto, la imagen negativa, tan fuerte y tan volcada en el trabajo que descuidaba a sus hijos y era incapaz de mantener una relación estable con un hombre. Más adelante se sumaron las imágenes de jezzabel, una mujer a menudo atractiva pero fuertemente dominada por su apetito sexual y víctima de sus excesos; y ya dentro del gueto, la imagen más reciente la sitúa como perceptora de servicios sociales. A través de cada una de estas imágenes se fue excluyendo a las mujeres negras de la categoría de la maternidad, alejándolas del ideal de feminidad que acompañaba tradicionalmente a la familia “ideal”, y que se apoyaba en una imagen de mujer que poseía las cuatro virtudes cardinales: piedad, pureza, sumisión y domesticidad (Collins, 2000: 72). El trabajo de las feministas negras se orientó hacia la deconstrucción y reconstrucción de las categorías en las que se apoyaban las imágenes de deslegitimación de la familia negra. Historiadoras, sociólogas, antropólogas, filósofas, artistas han presentado a la familia negra Desde el feminismo negro, una mirada al género y la inmigración 45 dentro de su propia lógica. Han buceado en las narrativa del periodo de la esclavitud para mostrar la importancia del parentesco ficticio entre las familias de esclavos, clave en su propia autoreproducción (Gutman), han indagado en el gueto en la estructura de esas familias aparentemente desorganizadas que operan según lógicas distintas al modelo hegemónico (Stack, 1974), han rescatado a las primeras “intelectuales” negras, esas que desde distintas posiciones –académicas o alejadas de todo acervo académico– han proporcionado a las mujeres del gueto imágenes en las que poder reconocerse. En este sentido es tan interesante la recuperación por parte de Angela Davis (1998) de las grandes damas del blues y del jazz del primer tercio del siglo XX (Ma Rainer, Betsie Smith, Billie Holliday) y de la tradición feminista que se oculta tras la letra de sus canciones, como la deconstrucción del concepto de intelectual que realiza Patricia Hill Collins. Otorga el papel de intelectual a todas aquellas mujeres negras –que dentro o fuera de la tradición académica– han sido claves para producir pensamiento. El feminismo negro era evidentemente un movimiento político. Descodificando la categoría de mujer ofrecía a las mujeres negras nuevas imágenes en las que reconocerse, y articulaban un discurso que las identificaba y que al tiempo las diferenciaba de los discursos feministas hegemónicos. Lo hacían situando el centro de las definiciones opresoras de feminidad y de sexualidad negras en el racismo y en el legado de la esclavitud. Por eso regresaban a ésta, para recuperar este periodo desde sus propios códigos. De hecho es en la época de la esclavitud donde sitúan las pensadoras afroamericanas el legado del concepto de familia que se ha ido reproduciendo en la comunidad negra, un modelo que lejos de ser fuerza que constriñe se plantea como parte de la resistencia del grupo frente a la opresión racial.

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